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Las ollas y cacerolas de cocina se fabrican comúnmente en materiales como acero inoxidable, aluminio y hierro fundido. Cada material tiene sus propias características en términos de durabilidad, conductividad térmica y peso.
Las cacerolas bajas son ideales para cocinar alimentos que requieren una distribución uniforme del calor, como guisos, salsas y salteados. Además, su diseño plano facilita la manipulación de los alimentos y el volteo de ingredientes.
El tamaño adecuado de una cacerola alta depende de tus necesidades y el número de personas para las que cocinas habitualmente. Una cacerola alta de tamaño mediano, como 28cm, es versátil y adecuada para la mayoría de las preparaciones en una cocina doméstica.
Las cacerolas con tapa de vidrio ofrecen la ventaja de poder observar los alimentos mientras se cocinan, sin necesidad de levantar la tapa y perder calor. Por otro lado, las cacerolas sin tapa son útiles para técnicas como reducir líquidos o dorar ingredientes.
Las cacerolas de aluminio fundido son apreciadas por su durabilidad y capacidad de retención de calor. Este tipo de cacerolas suelen tener un revestimiento antiadherente que facilita la cocción y la limpieza, además de ser aptas para diferentes fuentes de calor, incluida la cocina de inducción.
Es importante elegir una cacerola adecuada para la cocina de inducción, ya que requiere materiales magnéticos para funcionar correctamente. Las cacerolas de acero inoxidable o hierro fundido son compatibles con la inducción, mientras que las de aluminio puro no son aptas para este tipo de cocina.